miércoles, 28 de marzo de 2012

La insoportable levedad del ser.

No, no voy a ahondar en el lado psíquico y complejo del ser humano, esto será algo mucho más superficial; pero el título, qué coño, me gusta.


Por razones meramente académicas, resulta que di con un texto que trataba, en esencia, acerca de la especulación, y particularmente, de la especulación en el campo tan necesario (el cual debería implantarse como obligatorio), como es la alimentación.

Resulta que tras la lectura de ese artículo, me declaro totalmente necia e ignorante, a la par que impotente, te cuento:
 
Hace varios meses, dado que el típico tema de "la crisis" nos asola por cada esquina que cruzamos, me topé con una figura de esas tan comunes en los viaje de autobús, o sea, una inmigrante asqueada de la sociedad que le ha tocado vivir (tú y yo también nos incluimos, se siente); y como era de esperar, siempre acompaña a esta figura, la del pequeño personaje de nombre estudiante y apellido ignorante (en este caso, yo).
 
El tema no va de criticar a la mujer, ni de la inmigración, ni del poder adquisitivo, ni nada por el estilo. El tema va de que esta figura se me asuntó en su día como la típica pesada de turno que te jode la poca paz que se pueda encontrar en un autobús atestado de gente a las 08.00h de la mañana y te hace gastar la batería del reproductor de música manteniéndolo en Pause durante 30min de impaciencia.
 
Pues bien, a día de hoy, a esa tía, con los "apaños" de los que haya podido servirse para cruzar el charco y dedicarse a limpiar casas en España, curiosamente aún la recuerdo, lo que quiere decir que no es su opinión tan mediocre como en su día pensé, lo que quiere decir que dijo cosas importantes, de las que hoy me doy cuenta y me entristece.
 
¿Y qué charloteó?
 
Básicamente dio vueltas y vueltas y vueltas a una misma idea: "La culpa de todo esto la tiene la especulación".
Pues sí, tiene razón.
 
Y aquí lo dejo, para que reflexionéis (o mejor no, si lo que queréis es seguir con la sonrisa en la boca).