Lástima, hoy se me ha desmenuzado un símbolo del "saber estar".
Resulta que en este último año casi llegaba a idolatrar a un profesor. Sí.
Considero que tiene un don especial, ya sea por su dialéctica, por su tono de voz, o por cómo cuenta lo que se le viene a la mente.
Con dicha maña, a mí me había conquistado (en lo que a inteligencia se refiere).
Lo que más valoro (como muchos, supongo) de los profesores, es que también sean capaces de ser educadores, que te cuenten la materia y te la envuelvan en el entorno social, que se dé dinamismo a las clases, y que salgas gustos@ de haber aprendido (aunque poco) algo de lo que tocara y un plus de psicología humana.
Dicho esto, viene la parte negativa:
He tenido la suerte/cagada (según se mire) de tratar un conflicto de poca importancia con el susodicho.
Como bien se sabe, a las personas se las conoce realmente cuando la tensión está más cerca que lejos; lo cual ha hecho que saliera a relucir su verdadero "yo", para mí, decepcionante.
Es triste cuando alguien te habla de derechos humanos, honestidad, ser personas ante todo y toda esa verborrea (mierda) que se pueda soltar por la boca y que quede que te cagas para un público, a tu parecer, ignorante; pero en la práctica antepongas tu "derecho" de superioridad.
¿El resumen?
Hipocresía.
Pues eso. Una pena.
Un apunte:
Lo siento, me explico fatal, pero al fin y al cabo para lo que más sirve este blog es para mi desahogo, así pues, si te enteras de algo, enhorabuena, habrás ocupado algo de tu tiempo en perderlo conmigo y que sirva de algo; en caso contrario, lo habrás perdido sin más.